8 de Junio 2004

Paranoia de parque

Dedicada a Manuel Ruiz.

Os explico... Esto es una cosa que preparé para el día que conociese a Manu, un chico muy especial que conozco de Internet. Por favor, dejar vuestras opiniones.

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Manu jugaba con su cadena mientras esperaba intentar no buscar demasiado a la conocida con la que había quedado. No podía evitar mirar de vez en cuando a las personas para en una de ellas encontrarla, pero no la vio. Sólo había un grupo de ancianos, unos jóvenes que charlaban en un banco y una pandilla de niños que jugaban a la pelota. Estaba justo en el final de un pequeño puente que atravesaba el lago artificial del Parque de Aluche. De repente, notó que su teléfono móvil vibraba, la muchacha a la que esperaba le había mandado un mensaje:

"Mira a la fuente, no me busques, sólo mírala, escucha, observa el agua. No pienses en nada."

Manu no entendía nada, pero decidió hacerlo. Al fin y al cabo no tenía nada que perder. Se quedó absorto y sólo el sonido de un nuevo mensaje le sacó de sus pensamientos:

"Ahora ve a un árbol próximo. Observa sus hojas, su ramaje. Fíjate en toda su forma. Es como la libertad, por muy preso que esté a sus raíces, sus ramas llegarán lejos. No pienses en nada"

Anduvo unos pasos y se detuvo delante de un pino. Verdaderamente era precioso. Irradiaba armonía, y el chico sonrió. Otro mensaje recibido:

"Vas bien ;). Ahora fíjate en esos niños, contempla su sonrisa y el brillo de sus ojos. Recuerda cuando tú también eras inocente, cuando jugabas a la pelota. No pienses en nada."

Los críos que estaban próximos a él parecían felices, gritaban y corrían eufóricos. Manu recordó su infancia, sus amigos, sus animales... Sintió nostalgia y no pudo evitar sonreír otra vez. Pero otro mensaje irrumpió en su mundo:

"Por último, túmbate en el césped. Cierra los ojos. Escucha tu al rededor, siente tu entorno, huélelo. Y no abras los ojos hasta que no te lo diga en persona."

El joven siguió las pautas y se tumbó en el césped. Estaba fresco y el aroma era delicioso. Olía a gardenias y mimosas. La fuente y la pequeña brisa veraniega hacían que todo fuese agradable, envolvente. De repente oyó una voz femenina, y tuvo que hacer un esfuerzo para no abrir los ojos:

"No abras aún los ojos... Has descubierto mi secreto, ahora sabes cómo veo yo la vida... A veces, cuando estoy triste, me fijo en las cosas pequeñas y soy un poco más feliz. A mí me funciona, por eso he querido compartirlo contigo. Ya puedes abrir los ojos y darme un abrazo."

Ahora su sonrisa era aún mayor. Era la paranoia de parque de una tarde de verano.

Escrito por Alguien que quiere ser recordada a las 6:28 PM | Comentarios (14)