Porque a veces no se encuentra otra salida...
La niña se sentía frustrada. Su vida había cambiado, y los sucesos recientemente acontecidos habían dejado en ella una huella de cemento, inamovible, pesada e imposible de digerir. Cada día demostraba ser más fuerte y madura, pero ella sentía cómo su debilidad incrementaba a medida que pasaba el tiempo, sin poder hacer nada por evitarlo. Quería creer que podría hacerlo, que todo pasaría con el tiempo e iba a ser capaz de superarlo, pero algo en su interior le decía que no era así, que su dolor no iba a acabar. Sabía que necesitaba ayuda, urgentemente, pero rehusaba de ella, y se derrumbaba. Sólo deseaba ser autosuficiente, demostrarse a sí misma que era una mujer hecha y derecha, capaz de comerse el mundo y plantarle cara a los problemas. Ella había sido fuerte, entusiasta, y el pesimismo natural que la caracterizaba en momentos inciertos, había conseguido transformarlo al más alegre de los optimismos.
Ya no era así. Su mundo se despedazaba. Las pocas cosas a las que se aferraba, esas cuerdas a las que estaba sujeta, iban rompiéndose. Sólo la sostenía una, y amenazaba con rasgarse en poco tiempo. A punto de caer al abismo. Al pozo negro, aquel lugar familiar donde había estado más de ocho veces, ese sitio asfixiante, sin salida, sin luz, sin aire, donde sólo había una solución: el suicidio, el fin, la muerte. No había otra escapatoria para esa marabunta de dificultades y problemas que se iban amontonando. Granos de arena que se habían convertido en dunas de desierto, no desaparecían, sólo cambiaban de forma.
Sólo veía pequeñas cosas buenas, aunque nunca había perdido la sonrisa ni el brillo en los ojos. Pero esas cosas, como si de una veleta se tratasen, se movían, con un viento imponente, que amenazaban con echarse a volar en cualquier momento.
Soñó. Bajó al mundo invisible. Allí era feliz. Sólo había naturaleza: árboles, flores, sol, lluvia
y el arco iris. No quería volver, y la fría cuchilla consiguió que no lo hiciese nunca.
Me siento bien cuando...
Me siento bien hablando del tío perfecto con la gente, y que no me tomen por loca.
No estoy loca, simplemente le echo un poco de fantasía a la vida.
Me siento bien cuando sonríen por algo que digo, o cuando me hacen sonreír.
Una sonrisa no es sólo estirar los músculos, es un contexto. Hay mucho implícito.
Me siento bien cuando sé cuando estoy siendo yo realmente, cuando estoy diciendo lo que siento, sin buscarle un por qué.
A veces hago cosas con un motivo, otras veces no tienen lógica, soy simplemente yo.
Me siento bien cuando soy natural, cuando soy soñadora, cuando saco a conocer mi lado más oculto, sin tener miedo.
El miedo es el más fiel de mis amigos, nunca se irá con otro.
Me siento bien cuando me alegro por cosas pequeñas, que tienen mucha importancia.
Con ellas soy un poco más feliz.
Me siento bien cuando consigo que alguien esté a gusto conmigo, o que olvide sus problemas.
Es bonito ver como la gente se pone contenta por una tontería que sueltas.
Me siento bien cuando ayudo a la gente, y cuando me ofrecen su ayuda.
Es cuando realmente te sientes querido.
Me siento bien cuando escucho y me escuchan.
Así acabas conociendo a las personas.
Me siento bien cuando creo que he encontrado al hombre de mis sueños.
Da igual que luego no lo sea, sólo vive el momento.
Me siento bien cuando la gente se siente bien conmigo.
Y es que...
Me siento bien cuando soy yo.
¿A que parece un anuncio de compresas? :D
¡No olvidéis sonreír!
¿Capricho o constumbre?
Para empezar, explicaré lo que he puesto de "¿Capricho o constumbre?"...
Llamaremos capricho a aquello que hacemos porque nos da la gana, no nos viene impuesto, simplemente somos libres y elegimos hacer ello y no otra cosa. Por cualquier motivo, o precisamente, por ausencia de ellos.
Nos referiremos como constumbre, por otra parte, a aquello que hacemos "por inercia", cosas que siempre hacemos, sin replantearnos el por qué, o sin hacer caso a las circunstancias, o consecuencias.
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En mi opinión la gente se guía demasiado por las primeras impresiones... En mi caso, suele ser muy radical...
O caigo muy mal, o muy bien... No tengo un termino medio...
Hablaré de las malas impresiones...
Al principio suelen pensar que soy una "flipada", que voy de lista, de "madura" por la vida. En otras palabras, que voy de "way"... Muy bien. No creo que sea así, pero, ¿y qué si lo fuera? ¿Me convertiría en peor persona? ¿Acaso haría daño a alguien?
Lo mismo pasa con la gente... Etiquetamos y clasificamos sin tener ni idea... "Este es un tal..." "Fulanito es un cual..." Y con ninguno de los dos curiosamente, hemos tenido más que 4 palabras... ¿De qué nos sirve eso?
Yo responderé a eso... Para que las personas se sientan inferiores, se lo crean, cuando no tiene por qué ser verdad... ¿Por qué no sentimos ni el mínimo remordimiento cuando hacemos una crítica, en absoluto constructiva, hacia alguien? Ya no es por la crítica, todos tenemos derecho a hacerlas, es por la carencia de conocimientos del asunto. Las palabras pierden validez, si no tienen fundamentos...
No es que a mí me molesten las críticas, o las malas impresiones de mí... Sólo las oigo de aquellos que me conocen...Y cuando se da en esas personas, me gustan. Me ayudan a reflexionar. Introspección, se me antoja llamarlo. Pero soy consciente de que hay gente que no opinan así, que se lo toman en serio, y que eso les puede llegar a doler...
Además, ¿es justo? NO. Definitivamente no.
Es absurdo. Simplemente.
Es absurdo decir que una persona es materialista, porque lleve unos pantalones de marca. Que alguien es un fascista (y todo lo que conlleva) porque lleva una bandera de España. Igualmente es estúpido llevar un símbolo, sin saber su significado, o, lo que es peor, siendo completamente opuesto a lo que opinas. Y ya no hablo de lo personal, sino de lo físico. ¿Por qué a mí me tienen que decir que soy satánica, porque vista principalmente de negro? Es inútil. ¿Qué se gana con ello? NADA. ¿Entonces, por qué lo seguimos haciendo?
Muchos me responderán... "Somos libres a hacer lo que queramos". A lo que contestaré, "la libertad de uno acaba donde empieza la de los demás".
Puede que nunca llegue a entender a las personas. Pero me gusta pensar en el mundo en el que vivo, y también pienso en mí. Y cuando algo me afecta directa o indirectamente, me hago preguntas.
Ahora bien, puede que nunca lleguen a ser contestadas...
Muchas veces me preguntan... ¿Por qué Mer, y no María? ¿Por qué a veces te llamas, firmas, te presentas, etc, como Mer, y no como María?
¿Sencillo? No, todo lo contrario...
Mer es mi auténtico yo, mi conciencia, la que es objetiva, la que sabe lo que quiere y lo que no, la que aprende... Mer, es mi personalidad.
Mer es la que sufre, la que llora... La que siente...
María es sólo mi cuerpo, el ser humano más, la otra chica....
Mer, es el todo, la persona....
Es difícil de explicar, la verdad, pero a lo mejor, con esfuerzo, se entenderá ;)